La población china adoraba a los fenómenos de la naturaleza y sus fuerzas desatadas; rememoraba el espíritu de los antepasados; acudía a consultar los oráculos y participaba de un ritualismo rico en sacrificios y esoterismo mágico.
En relaciòn a este mitos se cuenta que el pueblo chino tenía una diosa especialmente dedicada a procurar juventud a todos aquellos que se lo rogaran y, para ello, los chinos le ofrecian continuos sacrificios. Esta diosa se llamaba Cheu-Sing y era la encargada de custodiar la vida de los humanos, pues, entre otras cosas, tenía poder para fechar el día en que había de morir una determinada persona. Pero, según la creencia popular, se podía cambiar la voluntad de este dios ofreciéndole sacrificios y participando en los diversos rituales en su honor. Todo esto indica que era posible alargar los años de vida, bastaba que Cheu-Sing prorrogara la fecha que había acuñado de antemano y, por lo mismo, ampliara, así, el tiempo de vida de aquellos mortales que más fidelidad le hubieran demostrado.
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